21 de junio de 2008

AFRICA o la dependencia de la intervención

África, el Viejo continente. Si, porque en principio parecería que el ser humano, el Homo Sapiens, según la teoría evolucionista, hubiera tenido origen en África. Pero luego se fue, evidentemente, ya que estamos en todas partes. Y, ¿esto no seria ya una clave? ¿Por qué no se quedo? África es ahora un vasto continente con enormes accidentes geográficos aunque, en general, dentro de un cierto registro de climas cálidos, o por lo menos temperados. Y si, la población es negra en general, pero ahora con tanta inmigración y mezcla y años de colonización los colores todos se confunden, salvo el blanco en ciertos países. Hoy el negro va desde el negro azul hasta el plomizo y los hindúes tienen caras de chinos y los chinos son obscuros. Otro famoso “melting pot” como el que quisieron hacer (pero no consiguieron) los americanos. Tal vez el rasgo más aparente que diferencia entre sí a los países africanos son las señas dejadas por las ocupaciones coloniales recientes. Los británicos dejaron ciudades, generalmente con pocos edificios pero con chalets y hermosos prados y jardines y un sistema de gobierno bien organizado y más o menos eficiente. Los portugueses hermosas ciudades capitales, bien trazadas, con grandes avenidas y edificios, pero nada más, claro, dando por descontado su deliciosa comida y música; y los franceses solamente la buena comida… francesa y centros culturales… franceses donde los locales aprenden a manejarse como… peces en el agua por las calles de Paris! ¿Y la pobreza? dirán ustedes… En efecto hay pobreza, pero pobreza hay en todo el mundo. ¿Que es más que en otras partes? No estaría tan seguro. Aquí hay otras cosas. ¿Pero si en las fotos de África solo se ven chozas de paja en el campo y de lata en las ciudades? Pero, de qué otro material quieren construir en el campo si lo más eficiente para estos calores es precisamente la paja? Ahora es paja con electricidad, televisión y refrigeradora. No para todo el mundo, pero como en Asia o en América Latina, los niveles de consumo van subiendo. Después de todo aquí también una gran parte de la población tiene miembros de la familia emigrados al “norte”, que mandan plata (en este caso Euros) a casa! No. El problema fundamental de este continente no es el hambre y la pobreza. Después de todo es un continente sub-poblado, con enormes extensiones de tierra fértil (solo Sudán podría alimentar de granos a todo el continente), pero también con enormes riquezas minerales, incluso de gran valor como los diamantes, el gas y el petróleo. Su principal problema son las intervenciones. No que hayan llegado, sino como han venido, para qué, y qué han hecho… Por supuesto, dejando de lado la colonización hecha por los árabes que, aparentemente, ha sido la más “civilizadora”, la colonización europea vino por otras razones e hizo otras cosas. Primero llegaron los que querían “explorar” tierras exóticas, pero no muy lejanas. Algo así como cuando nuestro hijo de 8 años se va al terreno baldío del frente a cazar lagartijas, sapos y ratones. Y aquí llegaron los Livingston, y unos cuantos otros a “echar una miradita” para luego regresar a casa creyéndose la “mamá de Tarzan”, incluyendo… a la mamá de Tarzan, la señora esposa de lord Greistoke. Luego vinieron los que “querían ayudar”, (precursores de las ONG de desarrollo), como los Albert Sweitzer y otros que “tenían” que venir a salvar a estos pobres negritos, básicamente, de no ser como ellos! No se los veía pobres ni mal alimentados, solo se los veía negros y viviendo en chozas de paja, barro y lata, que son mucho más eficientes –vuelvo a repetir- para estos climas, que las construcciones que ellos trajeron. En realidad podrían haberse quedado en sus países ayudando a esas enormes cantidades de personas realmente empobrecidas y llevadas a la miseria y la degradación humana por su condición de marginados de la revolución industrial. Pero no, aquí hace mas calorcito y la diferencia de color nos ayuda a identificar con precisión a quienes hay que ayudar. No vaya a ser que nos topemos (en nuestros países donde todos somos iguales) con alguien conocido o de la familia! Y ahí comienza el drama, porque es precisamente esa ayuda la que poco a poco fue trayendo los males que aquejan hoy a este continente. Por ejemplo, el el hambre y la desnutrición. ¿Sabían que dos de los productos de la dieta en casi toda el África son el maíz y el trigo? Los dos exógenos a la región. ¿Y que paso con la mandioca (aquí cassava), las frutas tropicales (que se consumen muy poco), las verduras que crecen en abundancia (y que también se consumen muy poco)? Que paso a un segundo plano y la gente se alimenta de productos derivados del maíz y el trigo. Esta es la desbalanceada dieta que aqueja a la población. Alguien, un experto de la región de los de verdad me explicaba que las hambrunas que se han dado en África del Este han sido básicamente por esa razón: fenómenos de sequía han perjudicado cultivos de maíz y de trigo, pero no a otros productos nativos. Aun así, la gente acostumbrada a ese tipo de dieta simplemente no cultiva, no consume, no hace nada para remplazar lo que hace falta por otras cosas que tiene a su alrededor. Y los problemas logísticos de descoordinación de aquellos que “están ahí para ayudar”, hacen lo demás. Así es como durante una hambruna que azotó a Etiopia y Somalia en los años 80 y miles de personas morían de hambre, si mal no recuerdo porque estuve ahí, los sacos de trigo y de maíz estaban en depósitos de África occidental (Togo o Camerún) sin poder ser movilizados a tiempo por problemas logísticos. Y después, como en otras partes del mundo, esta el problema del campo versus la ciudad que en África toma un “color” diferente. Aquí es más bien el “hacinamiento” en la ciudad versus la “explotación” en el campo. Este continente se caracteriza por tener ciudades caóticas donde la gente se amontona para sobrevivir en una vida de miseria. ¿Y el campo no ofrece acaso una mejor vida a la gente? En el caso de este continente el campo como lugar de vida basado en una producción agrícola no existe. En África es el territorio donde están esos recursos naturales para que venga la gente de afuera a explotarlos: minas de cobre, de diamante, de otros minerales, petróleo, maderas preciosas… y la lista sigue. Pero no hay una “política agrícola” como tal en lugar alguno –que haya podido conocer- que busque darle a la gente un mejor vivir. África es aun un lugar donde se va a buscar cosas, no a dejar nada y menos a construir un futuro mejor. ¿Cómo? ¿No hay con quien?… ¿No hay lideres?... ¿No hay gente que quiera construir el futuro de su nación? Aparentemente no. África es un continente formado de países inventados (bueno de alguna manera como nosotros), que ha tenido administradores (o gobernadores), dictadores y presidentes hoy, estos últimos que son un poco la mezcla de los dos primeros. Los movimientos independentistas no sirvieron para construir naciones sino para cambiar de manos el control sobre las riquezas explotables, o como se dice vulgarmente, “para cortar la torta en una mayor cantidad de pedazos”. Pero la gente sigue igual. Entonces se inventa el negocio de la ayuda, esa que crea dependencia y eso no hace más que crear otro rubro de explotación en el continente. Por último se concibe el concepto de economía global y resulta que África fue el primer continente en funcionar dentro de ese concepto de economía global. Si, porque los recursos que se sacan ahí, van a dar siempre a otra parte. Y entonces, ¿Que podría hacerse con este continente? Bueno, en mi opinión, eso es precisamente lo que no hay que hacer: seguir pensando desde afuera qué se podría hacer con él. Eso es lo que lo ha llevado a ser lo que es… Siempre que salgo de algún país africano me pasa lo mismo, salgo maravillado de haber vivido lo que me toco vivir (creo que con la excepción de mi salida de la guerra en Rwanda, de donde casi no escapo), pero sin ganas de regresar (aunque siempre me toca volver), y siempre con el estribillo en la cabeza de una canción muy popular en los años 60 cuando la crisis de Lumumba y Katanga:
“Que pasa en el Congo, Que pasa en el Congo, Que a todo el que vive, Que a todo el que habla, Que a todo el que piensa, Lo hacen mondongo”.

2 de junio de 2008

Partir es morir un poco...

Sudán, el granero de África. Cuando uno piensa en partidas, en finales y en el momento en que deja un lugar, unas personas que se conocieron, hay un sentimiento de nostalgia como un atardecer tornasolado entre las arenas del desierto. ¿Suena bonito verdad? Bueno, la realidad aquí fue muy diferente. Las últimas dos semanas de cierre del proyecto y mi partida fueron marcadas por la convergencia de todos los defectos, y solo algunas cualidades de este pueblo y este lugar...África una vez más. La verdad es que desarrollar cualquier proyecto de asistencia en este lugar es difícil, básicamente porque no hay leyes ni reglamentos claros. Es un poco como dirían los franceses “según la cara del cliente”. En este caso el cliente era rico: era el gobierno americano. Normalmente, según la ley de cooperación sudanesa para cerrar un proyecto hay que pagar al personal todos sus haberes, entregar un inventario de los equipos y saldar todas las cuentas. Todo sonaba fácil, pero en este caso no fue así. Todo comenzó en una primera reunión con Mr. Mutasim Elgasim, director de la Oficina de Relaciones con ONGs internacionales, y la autoridad en el Ministerio de Asuntos Humanitarios que tiene el control (y el poder) sobre las agencias de cooperación que deseen trabaja en el país: que pueden hacer y como lo deberían hacer. En pocas palabras, tiene el control sobre los hilos de la “bolsa”, no la de él por supuesto, sino la nuestra... Como buen funcionario de un país africano, comenzó su discurso acusándonos de haber llevado a cabo actividades que atentaban contra la seguridad del Estado y anunciándonos que, como tal, éramos susceptibles de recibir los peores castigos considerados por la ley. Esa era el punto número uno. El punto número dos, pese a que la ley laboral establecía un tipo de paquete de compensación para el personal local que terminaría su trabajo con nosotros, su oficina reclamaba un paquete diferente, seis veces mayor para cada empleado (básicamente 6 meses de sueldo) además del mes de compensación por año trabajado que era lo único que en principio exigía la ley... Y ahí comenzó todo el lío. Las dos semanas que siguieron fueron una batalla entre la legalidad del sistema y la legalidad creada por esa oficina (“la ley la hago yo y punto!”). Todo esto reforzado con el elemento “motivador” para que nos apuráramos en tomar una decisión: “Hasta que esto no se arregle no tendrán la autorización para salir del país”. Éramos, básicamente, rehenes del Estado. Para ayudarnos a tomar una decisión lo mas rápido posible, “y así poder salir del país” se nos comenzó a amenazar con investigaciones sobre el programa de educación cívica y democrática que estuvo realizando el proyecto durante los dos años de actividad en el país. Las preguntas eran entonces del tipo: “cuantas armas le dieron a los movimientos de insurgencia”, “cuanto dinero le dieron a los partidos de oposición” etc. lo que, como se podrán imaginar, tuvo un efecto maravilloso sobre nuestro estado de animo. Como después de todo este era un proyecto financiado por el gobierno Americano, recurrimos a la embajada, porque estábamos verdaderamente asustados, dado el tono de las amenazas. Mientras tanto preparábamos una respuesta (básicamente pagar), y un plan “B”, por si las amenazas continuaban, que consistía en salir soplados en un vuelo “charter” y de manera clandestina por la misma ruta que hice cundo fui a las fuentes del Nilo azul, y donde sabia por experiencia propia que no habría control alguno. Con todo eso en la mano fuimos a anunciar que finalmente íbamos a pagar al personal que inicialmente había sido nominado para esta compensación, o sea a la gente de las oficinas del norte. Recordaran que este país ha sido dividido en dos, el norte y el sur con gobiernos separados y leyes diferentes. Este anuncio, en vez de calmar las cosas, no hizo más que desatar el caos que nos atropelló toda la semana siguiente. Resulta que las leyes laborales aquí son bastante vagas, y evidentemente todo el mundo las interpreta a su manera. La regla general sin embargo es una: En caso de litigio con tus empleados, si eres una ONG extranjera, ellos siempre ganan. Los locales tienen otras maneras de lidiar con esta situación; usan sus influencias con la burocracia para sacarse el lío de encima y ya! Claro, también todo esto es herencia de un Estado que llenó a su clase trabajadora de prebendas y privilegios: las vacaciones, las compensaciones, las horas extras etc., etc. todo maximizado y fuera de proporción. De ahí que cualquier persona busque tener un contrato de trabajo para sentirse seguro, ya que luego de haber trabajado 3 meses en una empresa, queda asegurado de por vida; no se le puede despedir porque las compensaciones que se le deben pagar son enormes y ahorcarían a la empresa. La noticia que los gringuitos iban a pagar, por supuesto corrió como pólvora y en los días siguientes toda persona que durante estos dos años tuvo alguna relación de trabajo con nosotros, aunque fuera de unos pocos meses o que hubiese sido despedida (con sus compensaciones por cierto), vino a golpear a la puerta, no de la oficina nuestra, sino a la de Mutasim. Hasta un señor que había sido despedido por haberse robado 5 mil US de la caja del proyecto vino a reclamar su indemnización por cierre del proyecto! La lista seguía creciendo. Y claro, como en las películas de John Wayne, finalmente ¡llegaron los marines! ... pero tarde. El daño ya estaba hecho. La intervención de la embajada, tratando de proteger a ciudadanos americanos de las amenazas del gobierno de Sudan, no hizo mas que caldear los ánimos y adoptar una actitud mas intimidante, no con amenazas políticas sino con el tema que no saldríamos nunca de aquí, porque además de pagar al personal ahora habría que verificar el inventario hasta su mas mínimo detalle, esperar que el seguro social donde depositábamos las compensaciones laborales diera el resultado de su auditoria para saber si se había pagado todo, en fin todo lo que podría dilatar la resolución de nuestra situación estaba ahora sobre la mesa. Es curiosa la manera de enfrentar estas situaciones que tiene la gente aquí: se habla, se habla, se eleva el tono de la voz (el sonido del árabe se presta mucho para dar la impresión que la gente esta furiosa) pero al final del momento todo el mundo te sonríe, te da la mano y te dice que no tienen nada contra ti. Además “they never take no for an answer” (nunca toman un no como una respuesta). Todo es negociable hasta el final. Así que no tuvimos más remedio que pagar 325,000 dólares en compensaciones. Mutasim feliz; ¿seria por el bienestar de los empleados? Craso error. Ya faltando dos días antes de obtener el permiso de salida, que en principio estaban por darnos (todas las demás investigaciones fueron “milagrosamente” olvidadas, incluyendo las del seguro social), cayó a la oficina de Mutasim la gente del sur a pedir lo mismo que le habíamos dado a los del norte. Y si, el país será grande y estará divido en dos, pero no tan grande ni tan dividido cuando se trata de plata. Y nuevamente se armó la pelotera. Por supuesto hubo que pagar. Hasta el abogado que trabajó 4 horas para nosotros durante un periodo de 5 meses quería sus 6 meses de compensación. Curiosamente en este caso hubo acuerdo que “eso ya era abuso”, y ahí si no pagamos. Seguramente el abogado se olvido de negociar la “comisión” con Mutasim antes de venir donde nosotros. En este caso el error fue suyo. Bueno, pero a la final, no era más que dinero... Y, de alguna manera, sentía que después de todo los que se va del sur para el norte, esto no era más que una “recuperación” de fondos para quienes han dado tanto y recibido tan poco... Y si, finalmente la parte grata de todo esto fue que con ese dinero Kadiya, la señora de la limpieza pudo comprarse su casita en Etiopía, y que Waleed, mi chofer, pudo comprarse media casita en Khartoum (los precios son ridículamente altos) y que Mohammed Suleiman, uno de los asistentes pudo finalmente tener dinero para desarrollar su consultorio de servicios veterinarios al cual se dedicara de ahora en adelante. Si, porque detrás de toda esta historia, aparentemente de conspiraciones políticas, siempre hay el otro lado, el lado humano el cual, afortunadamente, no me perdí... gracias a la gente, a mi gente, a ese grupo de individuos que trabajaron conmigo y cuyas vidas logré tocar a pesar de la brevedad de nuestra relación. Finalmente, cada uno vino a verme, a pedirme disculpas por el incidente (que no había sido idea de ellos, por supuesto) y a contarme lo que harían con el dinero que acababan de recibir. Todos vinieron a decirme lo importante para sus vidas que estaba siendo ese “bono inesperado”...salvo uno que me dijo directamente que con ese dinero pensaba vivir hasta que se le acabara y que después de eso, ahí vería. Creo que tenia ancestros latinoamericanos! Hasta que llego, al día siguiente, el momento de partir. En realidad salí apenas tuve la visa de salida, adelantando mi partida un par de días antes de lo planeado, en caso de que algo más sucediera... No hubo tiempo para grandes manifestaciones a pesar que algunos de mis ex empleados fueron a dejarme al aeropuerto (y aún me llaman por teléfono de tanto en tanto). Solo una última recorrida nostálgica por la ciudad y los lugares que fueron parte de mi cotidianidad: la oficina, el ministerio, la tiendita de la esquina, la mezquita cuyo imán me despertaba 5 veces por día con sus llamados a la oración “en mi oreja”, gracias a su equipo de sonido nuevo, el señor que se sentaba todas las mañanas en la esquina de mi casa y que me saludaba afectuosamente (y de quien luego me enteré que era el mendigo del barrio, pero que no pide sino que se sienta ahí y la gente que lo conoce le da caridad, una de las obligaciones del buen musulmán. Hasta que llegamos al aeropuerto, con sus pistas llenas de aviones de las Naciones Unidas y aviones de carga que traen constantemente la asistencia extranjera para alimentar a la gente del país que ha sido considerado desde la época de los Egipcios como “el granero del África”. Porque esa es, finalmente, la gran ironía de Sudan.