





Cuando uno llega a El Salvador, inmediatamente sabe que es un país que tiene algo que vender… Desde que uno llega al aeropuerto, lo hacen caminar por un pasillo interminable donde se suceden, una tras otras, todas las tiendas de cosas que se venden en un aeropuerto: Gucci, Dior, Sony, St. Laurent…Todas las marcas están ahí; todas las cosas están ahí. Me imagino que será para facilitarle la tarea a las masas de retornantes que vienen cada año a pasar fiestas o vacaciones con sus familias en El Salvador. Sí, porque la mayor fuente de ingresos del país siguen siendo las remezas de los millones de salvadoreños que viven principalmente en los Estado Unidos. Así que, también imagino, que para hacerlos sentir como en casa, San Salvador es una ciudad construida a imagen y semejanza de una ciudad gringa, no se si en California o en Miami.
La llegada es más bien cordial, salvo que en el escritorio del agente de inmigración te cobran US $10 por la visa, y si les pagas con uno de $20 no tienen cambio. Pero, en este caso, son los mismos agentes de la aduana los que van a buscar el cambio y no como en otros lugares que todos conocemos bien, donde es uno el que tiene que ir a buscarlo.
El aeropuerto queda a 40Kms de la ciudad lo cual, para un país como este, es casi como cruzar todo el país. Si. Porque El Salvador es pequeño…aunque sus habitantes no lo vean así. Cruzar todo el país de este a oeste son solo 200 Km., pero para los habitantes de esta nación liliputiense –según los cánones latinoamericanos- esas distancias son inmensas y dicen que se necesitan dos días para recorrerlas por carreteras que son una perfecta imitación de las carreteras gringas del norte.
Lo verdaderamente diferente es que ahora no te disparan cuando uno va por la carretera del aeropuerto a la ciudad. Había estado diez años atrás, donde tampoco disparaban pero nada garantizaba que no lo hicieran, pero hace 20 si disparaban y había que andarse con cuidado. Recuerdo que estuve en el famoso hotel Sheraton que se tomo la guerrilla como a finales de los años 80, pero esta vez –distinto a Rwanda, conseguí salir de ahí solo 2 días antes que eso sucediera. Ahora todo el mundo sabe lo que paso y es interesante, porque te cuentan que todo fue una serie de cosas que no funcionaron, malentendidos, etc. Aparentemente no querían secuestrar a nadie, pero terminaron haciéndolo porque “no les quedo más remedio”… Esas son las cosas interesantes de los países en post-conflicto: que todo el mundo finalmente se conoce y todo el mundo sabe lo que paso.
Lo cierto es que ahora, aparentemente, esta ciudad es tan tranquila como cualquier otra ciudad de América Latina (o sea que hay que andar prevenido por ahí), a pesar que los taxistas del hotel recomiendan no salir a pie ni a la esquina, sino en taxi. Me pregunto por qué será. La ciudad esta situada a una altura de 600 metros, lo cual hace que el clima se más fresco que en la costa, rodeada por montañas pequeñas y al pie de un volcán que a pesar de tener un nombre propio (volcán de Quezaltepec) todo el mundo lo llama “el Volcán San Salvador”. Tanto es así que esta poblado con casas suntuosas, hasta media altura, y coronado por antenas de televisión, que algún día bajarán por sus laderas en forma de acero fundido a causa de alguna posible y futura erupción. Porque, como todos sabemos, en la tierra no hay volcanes apagados, solo dormidos.
Aunque no he recorrido mucho la ciudad, en apariencia todo es lo mismo: mal tras mal, y todos muy al estilo gringo (o yanqui como dirían en el sur), con gente que supuestamente ha estudiado “business development”. Como me decía la recepcionista del hotel “todos estudiamos eso porque nos dijeron que eso era lo que deberíamos hacer en el futuro; manejar negocios… pero aun no ha llegado eso al Salvador”…
Y si, porque El Salvador es un país que se construye; un país que ha salido de la guerra ya hace tiempo, o poco tiempo (porque 20 años no es nada) e intenta convertirse en algo; algo que no solo tenga sentido para la gente que vive aquí, en esta réplica de Los Ángeles o San Diego, y el resto de gente que son una replica de nada, que solo viven la misma vida campesina que siempre vivieron, pero que tienen familiares viviendo en el “Norte” (pronúnciese con acento gringo), y reciben todo los meses su remesa, claro, salvo en navidad donde llegan con la remesa en la mano. Por eso no es de extrañar los tres avisos que vi en el camino desde el aeropuerto a la ciudad, de tres diferentes compañías ofreciendo lo mismo: “lo que quieras comprarle a tu familia desde los Estados Unidos, nosotros se los traemos para acá”.
Bueno, en realidad no se para que se molestan en traer las cosas cuando muchas de estas ya están acá. Porque aquí están los Mall (Centros Comerciales) con las tiendas gringas, los productos gringos, casi mismito como si estuviéramos allá. Me imagino que eso es para que los que retornan no sientan nostalgia del norte. San Salvador es una Miami chiquita, o más bien una California chiquita que es la que esta más cerca de aquí y adonde se va la mayoría de la gente que emigra al norte. Es una ciudad que uno no se imaginaria, sobretodo si nos dejamos guiar por los estereotipos que en el sur tenemos sobre Centroamérica: países pobres, ciudades pequeñas, coloniales y rurales. Pues aquí no se ve nada de eso. La ciudad, muy bien organizada, a lo gringo, con calles amplias, arborizadas, casas tipo chalets con grandes jardines, algunos edificios aunque no muchos, pero si muy modernos, y centros comerciales y más centros comerciales, todo a la gringo. Un centro de la ciudad propiamente no tienen. Hay uno pero que esta tomado por los informales, la basura y la inseguridad. Así que al centro no se va. Tampoco vale mucho la pena porque todo vestigio de arquitectura colonial ha sido metódicamente borrado por los terremotos, el “progreso” y la tugurización de la que ha sido victima a través de los años antes, durante y después de la guerra.
Curiosamente este país se ha ido quedando sin historia. No solo la desaparición de los vestigios de la colonia, pero también de su pasado pre-colombino. En una encuesta que vi en televisión con motivo de las fiestas patrias, ninguna de las personas entrevistadas en la calle fue capaz de dar nombres de los próceres patrios, o la letra del himno a la bandera, aunque todos si iban a festejar en el feriado del 15 de Septiembre. ¿Sera que también festejan “Labour day”, Halloween y Thanks Giving Day? Tampoco tienen símbolos nacionales que podrían formar algo así como la base de la identidad; la música, la comida o el folklore. De hecho hasta hace poco tampoco tenían un Ministerio de Turismo! Solo tienen un producto nacional que los identifica claramente: las “Maras”, esas pandillas de muchachos que fueron deportados de los “Estados” (como le dicen aquí) y llegan al país a reproducir sus modelos de comportamiento y sus redes de solidaridad. Pero aquí, con odio, me imagino que odio a los locales y odio a la situación de tener que vivir lejos de su norte, sin poder regresar… Bueno, por lo menos legalmente, porque estos son en su mayoría nacidos en USA, pero desterrados en El Salvador. Como dirían aquí: “Vaya pues, que ironía mas cabal”.
¿Que si la guerra ha dejado huellas? Bueno, si las ha dejado, pero 20 años de paz le hicieron cirugía plástica de tal manera que ahora no se ven como se veían 20 años atrás. Todo ha recibido una capa de pintura, hasta la historia, y ahora las cosas no se ven de manera tan atroz como se las veía antes. Sobretodo porque ahora los “muchachos” están en el poder. Bueno, no se si tan en el poder como en el “querer”; porque en 100 días de gobierno han querido hacer mucho, pero como de costumbre, no lo han podido hacer. Pero ahí van. Ojala que esta monumental tarea que les espera por delante, recuerden que también tienen que recuperar la memoria.
Los textos que encontrará en este Blogger se llaman “Crónicas desde el fin del mundo”, básicamente según su autor, por auto-censura, porque en realidad deberían llamarse “Crónicas desde el culo del mundo”… Por otra parte, el concepto mismo de “fin del mundo” es una idea relativa. El fin del mundo queda en todo lugar donde, para llegar, haya que hacer por lo menos dos conexiones de vuelos de larga distancia, pasar por tres o cuatros filtros de seguridad sacándose zapatos, celular y cinturón y dormir en un asiento de clase turista, apretado entre la silla de uno y la del "audaz" de adelante que decidió reclinarla por completo para dormir, sin dejarte ver la película en la pantalla chiquita empotrada en el respaldo de su asiento. Si no se ha pasado por todas esas condiciones, entonces no ha llegado al “culo del mundo”, perdón, al fin del mundo. Pero, lo que para uno puede ser el fin del mundo, para otro siempre es “el pueblo de al lado”. Y si, porque el fin del mundo lo hay en todas partes. No es privilegio de ningún lugar. Para un habitante de la Patagonia, Nueva York queda en el culo del mundo, así como para un habitante de Ecuador, Sudán queda es el mismísimo fin del mundo. Sin embargo, para un colombiano, Ecuador queda al lado, así como para un sudanés Etiopia esta ahí nomás. Como dije, todo es relativo…Lo que si no es relativo son las situaciones, los problemas, los seres humanos, todos ligados por esa alma común de esa gran comunidad que damos en llamar “humanidad”.
¿Será que realmente somos una comunidad? A esa pregunta Luis todo el tiempo, y a veces le resulta difícil creerlo así. No porque entre si seamos muy diferentes, según dice, sino porque nos creemos tan diferentes. Y sentimos que somos tan diferentes, básicamente, porque no queremos mirar lo que hay más allá. Bueno, muchas veces no queremos mirar lo que tenemos al lado nuestro, así que imaginen si vamos a mirar lo que hay más allá. Aún así, todos somos iguales. Igualmente cerrados, igualmente jodidos, igualmente intolerantes, igualmente chauvinistas, igualmente obcecados en creer que lo que tenemos es único, y por eso no queremos compartirlo con nadie mas.¿Será que es así? Creo que no, pero no tengo argumentos para convencer a nadie. Así que no lo voy a hacer. Solo voy a escribir estas crónicas, de cosas que estoy viendo, viviendo y que me hacen pensar…Me hacen pensar que el problema no es tratar de explicar las cosas con argumentos racionales, sino tratar de sentir las cosas como experiencias trascendentes, las cuales, donde sean que se vivan, lugar y contexto donde estén siendo experimentadas, siempre apuntan a lo mismo: la necesidad de transformarnos en personas diferentes, en personas… seres verdaderamente humanos, capaces de darle a nuestra especie y a nuestro planeta, un chance para sobrevivir…
Dejé Sudán a finales del 2007. Quizás siga a Haití, Marruecos y, seguramente, regresaré a Makedonia pasando por Bogtoá, Washington, París... siempre París.. Uno vuelve siempre, a los viejos sitios, donde amó la vida...
Luis Rodríguez, escritor
Heródoto, Kapuscinsky y Luis
El excepcional ser humano, ciudadano y escritor Ryszard Kapuscinsky, nos recuerda en sus Viajes con Heródoto que éste fue el primero en entender que, para comprender y describir el mundo, hacía falta recoger gran cantidad de material y, para eso, uno tenía que salir de su tierra, viajar y conocer a las personas para que nos relaten sus historias. Considerado el padre de la historiografía, Heródoto sin duda viajó. Entre guerra y guerra en los años 445 adC, además de Grecia, recorrió parte del entonces Mediterráneo Oriental (Hélade, Babilonia, Cólquida, Siria, Macedonia, Libia, Cirene y Egipto).
Dice RK que para Heródoto la escritura era "el resultado de lo que hemos visto y de lo que nos ha contado la gente. Los reporteros somos el resultado de una escritura colectiva. El material de nuestros textos lo constituyen los relatos de cientos de personas con las que hemos hablado. Heródoto no describía el mundo como hacían los filósofos presocráticos, partiendo de su propio pensamiento, sino que contaba lo que había visto y oído en sus viajes. Su filosofía consistía en que hay que moverse y descubrir ideas nuevas. Estaba convencido de que las culturas se mezclan y que, incluso un conflicto, no tenía por qué ser un aniquilamiento. Heródoto polemiza con sus compatriotas, demuestra y prueba, por ejemplo, que los griegos, sin la cultura egipcia, no serían nada. Ninguna civilización existe de forma aislada: hay una interacción constante". Heródoto, anota RK, es un cronista y, al mismo tiempo, un patriota griego (http://www.bitacora.com.uy)/.
Puede parecer un poco pretencioso el nombre de este Blogger, pero me permití esta licencia por dos razones que les comparto. La primera, porque con ello expresó un respetuoso, pero muy profundo homenaje a esa extraordinaria persona que me privilegio con su amistad, el gran heródoto del siglo XX Ryszard Kapuscinsky (Pinsk, marzo 4 de 1932 – Varsovia, enero 23 de 2007). La segunda, porque la pasión y sentido humano para andar, descubrir y describir que conmovieron a estos dos cronistas - al griego y al polaco, también es fuerza vital que habita y moviliza al escritor y novel fotógrafo, mi amigo Luís Rodríguez, quien recorre como Consultor en educación para el desarrollo distintas comunidades bien en África, bien en Centro y Latinoamérica, o Europa Central.
Este Blogger comenzó con una carta suya desde Kurmuk, que luego de unos rápidos ajustes, circulé vestida de crónica entre algunos amigos, y que aquí aparece bajo el título de Hotel California. Solo pocos días despues, lo que parecía un fugaz instante, se convirtió en un placentero y personal ejercicio periodístico, casí que cotidiano, de titular, editar los textos, las fotografías y hacer retoque digital, para subir el material a este desde el 2007. Ahora sostenemos extensas y frecuentes conversas con Luisin vía Skype, animados porque este placer compartido sea también, para nuestros amigos, una experiencia cálida, cuidadosa e interesante de asomarnos a ese continente.
Relator y narrador por naturaleza, Luís ha estado en lugares tan lejanos y disimiles de su vida y de las nuestras, pero que para él nunca le han sido ajenos, pues vive con intensidad las realidades, humanidad y solidaridad la historia de sus gentes. Hace algunos años atrás, nos revelaba in situ, la guerra en Rwanda a través de extensos y profundos relatos verbales de todo cuanto vio y vivió. Parte de estas historias están contenidas en el libro (cuyo editores aún no nos dejan ver publicadas), “Las historias de Adrien Nyumba y su fiel compañero Kunti”, inspirados también, en sus múltiples viajes y experiencias en el curioso mundo del desarrollo, en donde las realidades de nuestros países del tercer mundo se encuentran –y muchas vecen chocan-, con las voluntades de los “cooperantes y agencias del norte” que los quieren “desarrollar”.
Las primeras historias de este Blogger se iniciaron en Sudán, luego de lo cuál Luisin ha trabajado en el África profunda, deprimida y enigmática, pasando por Europa Central, Latinoamérica y Centroamérica, compartiendo su interacción con el Otro como ciudadano del mundo y en quien todo deja huella.
Sin más, bienvenidos a este espacio y, por favor, dejenos su huella.
Gloria Ortega Pérez
Editora
Crónicas de un Heródoto de Hoy