30 de octubre de 2007

Tras las huellas del Nilo Azul

Tanto el vuelo de ida de Locki a Kurmuk, como el de regreso de Kurmuk a Juba fueron experiencias increíblemente maravillosas. Este país es plano, inmenso, pero ligeramente cóncavo como una inmensa bañera que demoramos tres horas en sobrevolar. Es una tierra semi árida, con arbustos y pastizales además de algunos árboles gigantescos que se destacan como islas verdes en esas soledades.
Si, porque en 3 horas no vimos ni una sola población. Bueno, en realidad vimos un pueblito de unas 10 casas o mejor chozas, cada una rodeada de algo que se veía como una cerca de piedra de unos 20 metros de diámetro, quizás para mantener ahí el ganado. Porque aparentemente es una zona ganadera, donde el ganado, los de cuernos largos (long horns) compiten con hienas, leones y otros animalitos que suelen vivir por ahí. Pero es una hermosa desolación… recorrida por una multitud de cauces secos, huellas tal vez de épocas más regadas, ¿en el pasado? ¿En el año? No se…
Noventa minutos de vuelo y el paisaje comienza a cambiar ligeramente: la planicie de pastizales ahora esta en medio de enormes charcas de agua, anegada, pero no por una inundación sino de manera permanente. Es como si la tierra rezumará agua, como si fuera una enorme esponja dentro de una enorme bañera. Bueno, eso, según me dijeron, era una de las fuentes del Nilo Azul.
El Nilo Azul, como todos sabemos gracias al inútil enciclopedismo que nos da la escuela, se origina en las montanas de Etiopia. Pues, es cierto, porque si miramos hacia la derecha, volando de sur a norte, ahí están las dichosas montañas. Claro, lo que no nos dicen es que de esas montañas no sale un torrente al cual se suman muchos torrentes más para constituir un río, como seria lo normal, o por lo menos a lo que estamos acostumbrados.
No. De esas montañas bajan, no se de que manera, si superficialmente o de manera subterránea, todas esas corrientes que se van a depositar en la bañera con la esponja gigantesca. Y de ahí, a medida que avanzamos el paisaje se torna cada vez más acuático, con colinas verdes que se asoman como islas rocosas en medio de esa vegetación semi acuática. Y de repente, surge un río, así, como por arte de magia. Pero no, todavía no es el Nilo Azul. Es otro, uno que luego de pasar por un lago se va a llamar Nilo Azul. O sea que no se puede decir con precisión donde no más es que nace el Nilo Azul. Pero ahí esta, dibujando sus riveras desde el pantano que lo vio nacer.
Es un río que se mueve en muchas direcciones, como buscando un destino, una orientación. Son “eses”, una detrás de la otra, como el silbido de una perezosa serpiente que lentamente busca definir un cauce, perdiéndose muchas veces en lagos, en bifurcaciones que se vienen a re-encontrar kilómetros mas abajo, como si quisiera aprender a ser río, pero sin el manual.
A medida que nos acercamos a Kurmuk, el río se va alejando hacia en oeste. Es que para llegar a este pueblo-ciudad, según me enteré después, hemos de cruzar por sobre una parte de Etiopia, y sus montanas, una protuberancia en el mapa que se interna en el territorio de Sudan. Así que dejamos atrás el río para ver las montanas donde se origina. Uno se imaginaria que esas montanas que generan tanta agua tiene una vegetación lujuriosa. Bueno, no hay tal. Son rocas secas, casi sin pasto, y totalmente sin población. Ahí yacen, esperando las lluvias, para canalizar esas aguas hacia su destino final. Es un paisaje hermoso, del cual surgen de tanto en tanto domos de piedras, extrañamente parecidas a pirámides con formas y tamaños similares. ¿Será que de ahí proviene la inspiración de los egipcios?
Ese paisaje, de alguna manera, es un paisaje que evoca misterio, algo muy profundo e interior. ¿Será que todas las cosas profundamente esotéricas se originaron en las montanas de Etiopia? No se, pero es un paisaje sobrecogedor; hermosamente sobrecogedor.
Y así, saltando de una a otra de esas cimas rocosas, finalmente llegamos a Kurmuk, adivinamos Kurmuk, ya que desde el aire solo se veían unas cuantas casas y una pista de aterrizaje, mas bien una porción de tierra despejada que, para alcanzar, nos obligo a pasar por entre dos montanas donde casi tocamos las rocas con las alas del avión.
El viaje de Kurmuk a Juba, de regreso hacia el sur, nos llevo por una ruta diferente. En realidad viajamos de norte a sur oeste. Fuimos dejando atrás las montanas para internarnos nuevamente en el pastizal y luego en la esponja rezumada de agua…Comenzábamos a cruzar lo que en los mapas aparece sin nombre, pero que aquí la gente llama “el pantanal”.
Ya no es una esponja que resuma agua, sino que son 3 horas sobrevolando un pantanal; agua por todos lados, con pastos altos emergiendo, con bandadas de garzas y otras aves que salían disparadas al paso del avión, muy por debajo de nosotros. Y, si miramos el mapa, resulta que ese es otro pantano, muy diferente del que cruzamos en las fuentes del Nilo Azul. Ese es una parte del recorrido del Nilo Blanco que viene desde el lago Victoria, allá, no muy lejos, en el sur, en lo que es ahora Uganda. Y si, porque el Nilo Blanco, que si se origina como un río “normal”, saliendo de un enorme lago, también se viene a perder en las tierras del Sudan, en otros pantanales, para luego recuperarse y volver a ser nuevamente un río normal.
Y eso se puede ver muy claramente desde al aire: el punto donde llegamos al pantanal era el lugar donde el río vuelve a ser uno nuevamente para seguir su trayectoria única hacia el norte. Pero de ahí hacia el sur, vemos como se va perdiendo su unidad. El río se vuelve varios ríos, cursos de agua que viajan paralelos, la mayor parte del tiempo, divididos por las aguas de pastos altos del pantanal. Es un extraño paisaje, aguas divididas por aguas, ríos paralelos, islas de vegetación… Sobrenatural.
Es un paisaje que te hace pensar; la inmensidad, la soledad, esa vasta naturaleza aun no domesticada, a pesar que se habla de construir un canal que cruce el pantanal para hacer más rápido el viaje por el Nilo Blanco hacia Khartoum… ¿Porque será que el hombre busca destruirlo todo? ¿Con qué afán? O más bien, ¿Con que falta de visión? ¿Será que nuestro afán de muerte es más poderoso que el de vida?
Al sobrevolar esos paisajes no podía evitar pensar que de alguna manera el paisaje refleja la naturaleza de un país. En efecto Sudan es un poco eso. Un curso de agua que en su viaje a través del tiempo y el espacio, atraviesa zonas pantanosas donde su curso se desdibuja y casi se pierde, para re-encontrarse mas adelante. De más esta decir que desde hace unos 20 años el país, o los países si viene al caso decirlo, están atravesando el pantanal. Incluso los cursos paralelos son reflejo de los países paralelos que existen en la actualidad, con todos sus conflictos sin aparente solución…
Y así, nos vamos remontando en el tiempo y bajando hacia el sur, hasta salir del pantanal y re- encontrarnos con el Nilo Blanco, tal como nació: un río ancho, lleno de vida, de vegetación arrastrada por la corriente, de vida animal…y de gente. Re-aparecen las casas, los villorrios, las chozas de techos de paja, pero sin las envolturas platicas con la palabra UNICEF. La planicie ahora esta sembrada de colinas rocosas que emergen, de manera desordenada y que imagino el piloto de la avioneta usa como referencia para llegar a Juba, la ciudad capital de ese país nuevo que se recuesta sobre el Nilo Blanco: el sur de Sudan.
Juba, Sudan
Domingo 28 de Octubre, 2007

2 comentarios:

calambur dijo...

Mi querido Luis:

Maravillosas las cronicas. exijo eso, si mayor número de imagenes.

No puedo imaginar esa aterrizada al pie del arbol. Locura infinita.
Besos,
Margarita

Adriana dijo...

Hola Luis! Veo que estas superando ese síndrome que Camila diagnosticó: "technologically challenged" !!! Me encantaron las crónicas y sí! Pone algunas fotos más como recomienda Margarita...
Gracias por compartir todo esto!
Adriana