12 de febrero de 2009
En Tetuán: se escribe en español, se lee en árabe y se habla en francés: así es Tetuan
Básicamente Tetuán es una ciudad Española en la costa norte de Marruecos, colgada en la montaña, mirando el Mediterráneo. En esa región conocida bajo el nombre el Rif, la montaña es una roca calcárea de dramática sequedad, como en Grecia, haciendo más conmovedor y hermoso el contraste con ese azul tan especial del Mediterráneo cantado por Serrat. Además ese lugar tiene una calidad de luz muy especial, descrita y captada por el pintor De Lacroix quien venia especialmente a Tetuán a pintar…
Extraño lugar donde los letreros en las calles, (incluyendo las señales de transito) están escritas en español, se lee árabe (que es el segundo idioma en el que están escritos los letreros) y se habla francés.
No conozco mucho los detalles de la historia antigua de Tetuán. Se que nunca fue formalmente colonia española, pero aun así, me imagino que por estar tan cerca de Ceuta (o Sebta, como se escribe localmente) a 20 Km., que sí es aún un enclave español, la influencia del mundo peninsular esta ahí. Todo el mundo habla español y la arquitectura es totalmente influenciada por la construcción española. Es como estar en Barcelona o en alguna otra ciudad mediterránea. Aunque debo confesar que desde Tesalónica, Alejandría, Marsella, Argel y otras, las ciudades del mediterráneo tienen algo muy especial que las une en una raíz, una identidad común. Tetuán no escapa a la regla.
Esta ciudad de unos 300 mil habitantes era hasta hace unos 5 años atrás un pueblo dormido, acunado por las montañas que la rodean y sus sueños de pasadas grandezas. Hasta que hace unos años atrás por ahí paso el rey, el nuevo rey, el joven rey. Cuenta la historia que al pasar por ahí la primera vez, y ver la ciudad sucia, vieja y descuidada, mando llamar a las autoridades y les dio el sermón del siglo, amenazándolos con el fuego eterno si la ciudad no se ponía al día. Y esto porque el estaría pasando muy seguido por ahí, porque Tetuán queda precisamente en la ruta que toma el rey para ir a uno de sus palacios de verano, al borde del mediterráneo a hacer jet ski!
Así que no quedó más que ponerse a trabajar y trabajar para hacer de Tetuán la hermosa ciudad blanca, con su centro español antiguo, su medina y sus barrios modernos que ahora aparecen impecables ante la mirada del rey que sigue circulando por ahí para hacer jet ski. No hay ni un solo papel tirado por las calles de la ciudad, crimen que seguramente se debe pagar muy caro en ese lugar.
Estuve dos veces en Tetuán; la primera, en viaje oficial, acompañado y guiado por mis colegas del ministerio de educación. Ahí me enseñaron la ciudad, me revelaron las anécdotas e historias que hay que saber y me contaron sobre la medina, el cementerio judío y las artesanías que ahí se podían encontrar. La segunda vez fui solo, porque quería poder conocer más de cerca ese lugar que me fascinara. Y así fue.
En mi primera visita fuimos a la medina, entrando por una estrecha puerta que te lleva directamente a la parte del mercado de frutas, verduras y carne, de la medina y de ahí enseguida asomo un guía que nos paseó por esta ciudad dentro de la ciudad y nos llevo a unas tiendas de artesanías donde conocí las alfombras de “sabra”, una tela hecha ni más ni menos que de las hojas del agave (o aloe vera), planta con la cual hacen tequila en México y alfombras en el Rif de Marruecos. La segunda vez entre solo a la medina, que al decir de uno de mis acompañantes en el primer viaje, es un “laberinto de calles llenas de gente”. Normalmente dicen que un extranjero no puede ni debe entrar solo a una medina porque seguro que se perderá. En realidad no es tan cierto, luego de mi experiencia en Fez y sabiendo la lógica que organiza y ordena a una medina, bueno fui poco a poco encontrando mi camino hasta llegar a la famosa tienda de las alfombras de “sabra”. Curiosamente y a pesar de haber entrado por la misma puerta que la primera vez y de haber estado buscando un guía activamente, ninguno apareció. Era como si el destino lo hubiera hecho a propósito… esto de mandarme solo a confrontar ese lugar. Si hasta los señores de la tienda, que se acordaban de mi, se mostraron admirados que hubiera llegado hasta ahí solo ¿Suerte? ¿Destino? Un poco de los dos talvez.
Otro de los lugares mágicos de esa medina es el cementerio judío. Este es un cementerio pequeño pero lleno de historia ya que ahí vinieron a parar una gran cantidad de los judíos que fueron expulsados de España por los reyes católicos, y de ahí luego emigraron a América: Venezuela, Colombia, Ecuador y otros países. Tanto es así que anualmente llegan unos 15,000 visitantes de América Latina a recorrer las tumbas del cementerio en búsqueda del nombre de algún antepasado enterrado ahí.
La ciudad moderna es otra joyita. Una joyita arquitectónica de lo que es la concepción moderna de esta, sin perder el sabor mediterráneo, ni la identidad cultural marroquí, o del Rif, esas montañas, que con su presencia imponente, encuadran el lugar, forzando a pueblos y ciudades a colgarse de sus abruptas laderas y pintare de blanco para poder ser distinguidas del paisaje.
No es de extrañar entonces que la comida consista, básicamente, de platos como la paella, las sardinas en aceite de oliva, el pescado frito y una infinidad de platos y platillos que nosotros consideramos típicos de la comida española. ¿Quien se los habrá dado a quien? Según el dueño del restaurante “Restinga”, donde fui a comer varias veces, ya que era un típico y pequeño restaurante de barrio atendido por un hombre con cara de chef de restaurante de barrio, fornido, un poco pelado, con bigote y una generosa panza con la que anuncia su llegada a la mesa, en la región, donde pasó tanta gente (se me olvido decir que desde la costa que da sobre el estrecho de Gibraltar, España se ve a 8 kilómetros de ahí) necesariamente las comidas quedaron y se mezclaron y dieron esto que hay ahora y que no se puede decir a ciencia cierta de donde es…
Tal vez el encanto de Tetuán es que no solamente nada se sabe muy bien de donde es, sino que también uno tiene la sensación de estar en un lugar donde todo el mundo es de todas partes. Es parte del encanto del mediterráneo, esa parte del mundo donde a mi parecer esta germinando una nueva forma de conciencia de la humanidad. En efecto, esa curiosa mezcla de idiomas y de culturas, todas conviviendo armónicamente las unas con las otras, hasta finalmente desarrollar algo más que una convivencia de culturas sino una cultura nueva, más universal, esta generando algo nuevo, indescriptible todavía, pero donde se siente un cierto potencial de futuro. La energía en todo caso es muy linda.
Por ejemplo, conversando con el alcalde de la ciudad, poco a poco me fui dando cuenta que nunca me hablé en términos de un determinado “nosotros” que es lo que frecuentemente encuentra uno, más aún luego de mi experiencia en Sudan. Nunca hubo un “nosotros” los árabes, los franco parlantes, los blancos, los esto o lo otro. Todo el tiempo se refirió a una comunidad e incluso ni siquiera a la comunidad de la ciudad, sino a cosas que pasaban en la región y del otro lado del estrecho (o sea España) como una cosa de la cual todos eran parte porque todo eso era lo que conformaba esa unidad e identidad regional, sin mencionar grupos, limites o algún otra cosa que hiciera pensar en algo cerrado. Todo en el indicaba apertura y generosidad como una actitud de vida en su función.
El mediterráneo, que talvez saben ya, esta tratando de estructurarse como una unidad geopolítica, algo así como la unión de los países de la cuenca mediterránea, tiene esa característica, salvo en la dolorosa herida abierta en el borde que da a Palestina e Israel. Pero, ¿Será algo así que necesitamos desarrollar en otras partes del mundo? Por ejemplo, ¿porque en América Latina, a pesar de las muchas cosas comunes que compartimos, no hemos podido llegar ni remotamente a ese sentimiento de continentalidad o de algo mayor que la óptica pequeña y reducida de nuestros países e incluso regiones? ¿Que es lo que nos falta? Y más importante aún, ¿Por qué nos falta?
Tetuán finalmente resulto ser la puerta a un mundo nuevo que recorrería en los días siguientes; toda la franja que de ahí llega a Tánger, recorriendo el Estrecho de Gibraltar.
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